domingo, 9 de septiembre de 2007

LAS OBRAS DE ARTE COMO HIJOS



A CONTINUACION, PARTE DE UN TEXTO QUE ESTOY ESCRIBIENDO EN BASE A MIS TALLERES DE GUION CINEMATOGRAFICO

Es casi redundante con lo que venimos diciendo: lo que tenemos que hacer es construir. A mi entender esto nos libera de muchas ataduras pero sobre todo debería liberarnos de la creencia de que sólo se trata de inspiración y que una obra de arte es como un hijo.
UNA OBRA DE ARTE NO ES COMO UN HIJO, UNO JAMAS TIRARIA A UN HIJO A LA BASURA , sin embargo más de uno ha debido hacerlo con sus libros porque eran horribles o porque eran geniales y nadie los comprendía o por las dos cosas a la vez, paradoja o contradicción hermosa si las hay.
Nadie debería ser tan mala persona como para suicidarse porque a su hijo no lo aceptan en sociedad, sin embargo, más de un escritor se ha suicidado ante el rechazo de los editores.
La conjura de los necios, por dar un ejemplo, es un libro de éxito increíble, sin embargo, ante el empecinado rechazo de los editores de su época el autor John K. Toole decidió quitarse la vida.
Si su libro hubiera sido un hijo, John K. Toole debería haberlo acompañado en la desgracia o de lo contrario hubiera cometido, a mi entender, por lo menos, un acto de abandono. Acto de abandono que un objeto, porque un libro es un objeto por más signo positivo que queramos darle, puede darse el lujo de tolerar, pero un hijo, difícilmente.
Cuando me preguntan si me gustan mis libros o mi película yo respondo que me gusta CRIMEN Y CASTIGO, me gusta MAGNOLIA, me gusta LOS PUENTES DE MADISON, me gusta EL CASTILLO de Kafka. Mis libros y mi película son lo que yo pude hacer después de muchísimo trabajo y echando mano a todo lo que tengo para dar, que, espero mejore día a día (aunque podría ser que no).
Pero cuando me preguntan por mis hijos no digo que me gustan más los hijos de mi vecino, porque los amo de tal manera que eso los convierte en los seres más hermosos del universo. No puedo operarle a mis hijos el color de ojos ni la altura ni el carácter y ni siquiera se me ocurriría hacerlo. Pero un cuento, una novela, un guión. Uno puede descuartizarlo una y mil veces buscando la fórmula que le otorgue su máximo potencial.

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